miércoles, 4 de julio de 2012

Notas personales.

No me gusta decir que soy un cineasta porque mi trabajo -por más que lo imite- no es cine.

Lo que siempre he tenido son delirios cinematográficos.

Hace muchos años repetía una frase: "el cine es mejor que la vida". Me parecía que en una película -cuando es buena- todo tiene orden y sentido. En la vida no. Después descubrí que Emilio García Riera ya lo había dicho con palabras mas bellas y dejé de repetir la cantaleta, pero supe secretamente que mi dicho quedaba validado.

Hace cosa de seis años hice algo parecido a un largometraje con dos amigos. Siempre digo que se trata de "mi hijo feo" y mis dos amigos dirán, no sin razón, que mi manía de descalificar mi trabajo les hace un flaco favor a ellos. Aclaro, pues: hace seis años, dos amigos míos hicieron un largometraje y yo trabajé con ellos. Escribí y dirigí una historia de cerca de cuarenta minutos que habría de sumarse a otras dos para hacer -ahora sí- un largo.
Después de eso abandoné los delirios de cineasta porque descubrí que  el cine (o el video con delirios de cine) es un proceso colectivo y que tener que conciliar, ceder y tolerar hace que me convierta en una especie de energúmeno.

Va una declaración universal que leí hace tiempo en una entrevista con Guillermo del Toro: "hacer cine es como comerse un sandwich de caca. Algunas veces te toca más pan. Otras veces te toca menos, pero siempre te toca caca".

Y sí.
Dejé los delirios, dije, pero seguí trabajando en cosas que gravitaban alrededor del cine. Estuve metido brevemente -y de lejos, para mi fortuna- en la publicidad, donde todos son genios excéntricos y metrosexuales. O cineastas (¿dije ya que yo no soy uno de ellos?). Lo odié.  Hice algo de televisón "educativa" y fue muy interesante. Mucha foto y algo de postproducción. Por algún tiempo hice también un poco de divulgación científica en video. Ese último  trabajo me hizo muy feliz pero revivió mis ansias cinematográficas.

No sé. Quizá me equivoco y efectivamente hice cine, porque el cine es un lenguaje.
Bue... ahora tengo un pedazo de cine metido entre ceja y ceja y me urge deshacerme de él y verlo proyectado. Se me olvidó la lección aquella de la caca, porque estoy arrancando de nuevo. Es un proyecto largo, ambicioso y difícil, pero es mío.

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